martes, 3 de noviembre de 2009

Mitos eróticos de la Edad Media

El cine y la literatura nos han transmitido la existencia de ciertas costumbres eróticas medievales que no fueron tales.

EL MITO DE LA PRIMERA NOCHE: Son muchos los excesos y abusos atribuidos al sistema feudal. Uno de los más populares es el ius primae noctis, o derecho de pernada. Según este supuesto privilegio, el señor tenía la prerrogativa de acostarse con las vasallas recién casadas en su misma noche de bodas. Multitud de libros y películas han recreado estos episodios, pero no existe ni un solo documento jurídico de la época que mencione tal derecho. A lo que sí estabna olbigados los vasallos era a pedir permiso para casarse, permiso que se les concedía a cambio de un tributo. En algunas regiones el pago de tasas iba ligado a una ceremonia ritual de sumisión, durante la cual el señor pasaba la pierna simbólicamente por encima del lecho nupcial en señal de dominio. De ahí derivaría el término pernada.
¿Significa eso que los señores feudales jamás violaban a sus vasallas? En absoluto. Se han documentado casos de abusos sexuales, pero éstos no constituían un derecho, sino que se consideraban una “malfetría”, o fechoría, de los nobles. Aunque la mayoría de las veces quedaban impunes, en ocasiones provocaban revueltas campesinas o protestas formales ante el rey.

CASTIDAD SIN CERROJO: Otro mito muy difundido es el de los cinturones de castidad. Con ellos, supuestamente, los cruzados garantizaban la fidelidad de sus esposas mientras guerreaban en Tierra Santa. Sin embargo, es impensable que una mujer llevara un cinturón de castidad durante años. Las infecciones, inevitables, las conducirían a la muerte en pocos días.
El único indicio antiguo de la existencia de estos artilugios es un boceto del siglo XV, más de cien años posteriores a la última cruzada. Se ignora si realmente llegó a fabricarse, pero de ser así, lo más probables es que las mujeres lo usaran para protegerse de violaciones en viajes o paseos, y solamente durante unas horas. Hasta ahora, todos los cinturones que se han examinado con medios modernos han demostrado ser imitaciones creadas en el siglo XIX. La mayor parte de los museos de historia medieval los han retirado ya de sus vitrinas.

(FUENTE: A. ECHEVARRÍA; “De pernada, nada”; Historia y vida; 500; 2009; p.93)

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