miércoles, 17 de junio de 2009

Castillo de Burgos

En el cerro donde se emplaza el Castillo de Burgos se encuentran los orígenes de la ciudad. Recientes excavaciones han sacado a la luz restos que nos hablan de remotos pobladores de época prehistórica. El año 884, reinando Alfonso III en Asturias, el conde Diego Porcelos tomó militarmente este cerro y levantó una pequeña fortaleza en torno a la cual surgió la primitiva ciudad. Durante el siglo X sirvió de baluarte defensivo contra el Islam. Más tarde, entre los siglos XI y XIII, con la frontera al sur del Duero, el castillo quedó bajo el control directo de los reyes de Castilla y se amplió para ejercer de prisión de nobles y, ocasionalmente, de lugar de celebraciones cortesanas.

En los siglos XIV y XV, el Castillo estuvo bajo la tenencia de diferentes nobles, en particular de la familia de los Estúñiga. En ese tiempo fueron frecuentes los enfrentamientos del castillo con la ciudad y el concejo de Burgos, que culminaron en la Guerra de Sucesión (1475-1479) en la que los Estúñiga apoyaron a Juana la Beltraneja, y la ciudad a Isabel la Católica, librándose una larga batalla que acabó con la rendición de la fortaleza en 1476, tras ocho meses de asedio. Años después sirvió de fábrica de pólvora y escuela de artilleros. A finales del siglo XVI estaba en franco abandono. El año 1736 sufrió un pavoroso incendio que duró varios días ante la indiferencia de la ciudadanía, quedando destruido casi en su totalidad. La Guerra de la Independencia despertó viejos fantasmas.
Los franceses lo reconstruyeron activando con ello sus potencialidades militares y estratégicas. Sufrió el asedio dirigido por Lord Wellington, hasta que en 1813 el ejército francés se vio obligado a abandonarlo, provocando al marchar su voladura y la consiguiente destrucción. Sus restos han sido recientemente restaurados para su utilización social y cultural.

Recientes intervenciones arqueológicas permiten visitar hoy lo que queda del primitivo castillo. La muralla exterior es de planta triangular, con un lado recto y dos curvos que convergen en la hoy puerta principal, con un perímetro total de 180 m y alturas de hasta 10 m. Destacan cinco cubos o torreones, de los cuales el descubierto en 1995 es de considerable antigüedad. También encontramos restos de un foso seco, especialmente visible delante de la puerta principal, con señales del anclaje del puente levadizo.
Recientes excavaciones arqueológicas han permitido descubrir los restos de la Puerta Sur. Se trata de un muro quebrado, abierto a un vano flanqueado por sendas torres de planta semicircular. La puerta principal, abierta en el frente noroccidental, dispone de un pasadizo en bóveda. Pero lo más interesante de todo el complejo son el pozo, las escaleras y las galerías excavadas en el subsuelo. El pozo tiene una profundidad de unos 62 metros y está rodeado por una escalera de caracol formada por seis tramos o husillos diferentes. Su finalidad era proveer de agua a los ocupantes para así facilitar su vida en caso de asedio. Su fábrica es de piedra de sillería, quizás labrada entre los siglos XII y XIV. Las galerías, abiertas a una profundidad de entre 6 y 10 metros, tienen su origen en las minas y contraminas construidas con motivo de los asedios. Las más antiguas se remontan al siglo XV, pues se excavaron durante el sitio de 1476. Las galerías están conectadas con el pozo y la escalera de caracol.

(FUENTES: turismoburgos.info; wkipedia.org)

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